El japonés
Kokichi Tsuburaya, bronce en la maratón de los Juegos de su país, se
quitó la vida cuatro años después para lavar su honor y honrar a su
pueblo. Tsuburaya, que entró segundo en el estadio nacional de Tokio
ante el júbilo de sus compatriotas, iba a quedar tras el imbatible
Bikila. Pero se desfondó en los últimos metros y cedió el segundo puesto
al británico Heatley. Enrabietado, prometió lavar su honor en México
cuatro años más tarde, y eso que había sido la primera medalla en
atletismo para Japón en 28 años. Pero unas inoportunas lesiones le
hiciceron perder la forma poco antes de la cita olímpica y, al ver que
no iba a poder cumplir su promesa, decidió quitarse la vida cortándose
el cuello con una navaja.
El lema olímpico nació en los Juegos de París de 1900. El
famoso 'Citius, altius, fortius'(en latín que significa "más rápido, más
alto, más fuerte") lo adoptó el Barón de Coubertain unos años antes de
un fraile dominico que lo usaba en un colegio de Arceuil (Francia) para
describir los logros deportivos de los chavales. Así, en los segundos
Juegos de la era moderna, se dio a conocer.
En Roma'60 se produjo una curiosa anécdota en la piscina. La nadadora
Carolyn Wood casi se ahogó en la final de 100 mariposa al tragar agua y
llevar una pinza en la nariz. Se quedó sin poder moverse hasta que un
espectador altó a la piscina en su ayuda. Ella, asustada al verle,
intentó huir alejándose de él. Todo quedó en un divertido susto.