Por
increíble que parezca, la maratón femenina no se incluyó en el
calendario olímpico hasta los Juegos de Los Ángeles'84. La primera
campeona fue la estadounidense Joan Benoit.
Tanta espera fue a raíz del
desastre de Ámsterdam'28. Aquel año, por primera vez se dejó participar a
las mujeres en atletismo, en contra de la opinión del Barón de
Coubertain, opositor al deporte femenino. Fueron cinco pruebas: 100
metros, relevos, disco, altura y 800 metros. Todo fue bien menos en esta
última, donde muchas mujeres desfallecían del esfuerzo. Así se decidió
que no hubiera pruebas de atletismo para mujeres superiores a 200 metros
hasta que dicho acuerdo se rompió en Roma'60... excepto para la
maratón.
En Los Ángeles'32 se produjo el primer caso de sospecha sexual.
Stanislawa Walasiewicz ganó la prueba de 100 metros lisos, aunque
siempre hubo quién dudó de que fuera mujer. La polaca tenía aspecto
masculino, muy musculada para las atletas de aquella época. El problema
es que por entonces no había forma científica de demostrar si era hombre
o mujer. Sólo quedaba el desnudo como opción, algo a lo que se negó, no
como su rival de 100 metros en Berlín'36, Helen Sthepens. Con un
aspecto tan robusto como el de Walasiewicz, tras ganar la prueba se
quitó la ropa ante un jurado para demostrarlo. Walasiewicz siguió
compitiendo, ganando medallas y batiendo récords del mundo, ya con
nacionalidad estadounidense y con el cambio de nombre a Stella Walsh.
El
dilema acabó quedando resuelto casi 50 años más tarde. En 1980 la
mataron en un atraco a un supermercado y la autopsia demostró que era
genéticamente un hombre.
En México'68 por primera vez una mujer hizo el último relevo
de la Antorcha Olímpica. Fue la atleta mexicana Enriqueta Basilio, que
compitió en vallas.